La cocina es probablemente la habitación que más cambia, en función de las épocas y el estilo de vida. En la actualidad, se tiende cada vez más a integrar esta estancia en el ambiente principal de la casa.
La cocina fue el primer espacio habitable. Los hombres primitivos se reunían alrededor del fuego, el lugar colectivo de calor y nutrición. Como lugar diferenciado apareció en el siglo V a.C. con marcado carácter religioso: el hogar donde se cocían las viandas era también el lugar de culto a los lares, dioses romanos de la casa.
En los castillos de la Edad Media, las cocinas eran enormes estancias con gigantescas chimeneas. Se dividían por ingredientes, como las paradas de un mercado. Por el contrario, en las casas del pueblo la cocina era un lugar común para recibir a la gente, hacer la comida y consumirla.
En la época del Renacimiento, las cocinas de los nobles comenzaron a ser muy lujosas y siglos después, en el XIX, los progresos técnicos las transformaron en “laboratorios” separados del resto de la casa, que se situaban en el sótano o al final de largos pasillos.
Con la aparición de los aparatos de refrigeración, ya en el siglo XX, se integraron en el mundo de la decoración. A mediados de los años 50 comenzó la comercialización de cocinas diseñadas y ya equipadas. Paradójicamente, en la actualidad la cocina está recuperando el papel simbólico y las funciones de las primitivas, por el nuevo modo de entender la vida que da forma a las casas de hoy.
Se ha combinado la necesidad de ahorrar espacio con el auge de la enología y la gastronomía, y el equipo de cocina ha cambiado notablemente. Además, ahora se conciben materiales para simplificarla limpieza: acero inoxidable, azulejos o revestimientos inalterables. La cocina ha evolucionado según las exigencias de una sociedad que pide ingenio para resolver los problemas de su ritmo de vida.
Como gran parte de la humanidad come cada día fuera, la comida ha vuelto a ser motivo de celebración colectiva y la nueva cocina-comedor, con espacio para la actuación de cada miembro de la familia, es el escenario de este argumento moderno. El concepto americano de cocina abierta, lo que se llama en los anuncios “cocina americana”, ha triunfado plenamente frente a la cerrada. La hay incluso en casas tradicionales.
Como anécdota, en muchos pisos se han tirado paredes y ahora se entra por la cocina. Este fenómeno ha puesto la estética en primer plano. Ahora la cocina es un lugar tan abierto al público como el salón y sus muebles tienden a ser de formas perfectas y minimalistas, adaptables a cada necesidad. Se les pide que escondan con ingenio menaje y electrodomésticos y combinen bien con el resto del mobiliario. Cada armario, cada cajón, es tan valorado por su estética como por lo que puede ocultar ordenadamente.
Sin Mezclas, pero sin renunciar a los que significa
La cocina actual es una estancia sin límites que han hecho posible, sobre todo, los innovadores sistemas de ventilación. El que olores y vapores no se mezclen en el ambiente se debe a las campanas extractoras, cada vez más potentes y más escultóricas. Sus cifras de ventas no cesan de crecer año tras año, ya es un electrodoméstico imprescindible y protagonista.
Una cocina se valora no sólo por su belleza exterior, sino también por su capacidad interior. Poder tener todos los utensilios a mano, guardados de forma ordenada en varios cajones, es mérito de las mejores cocinas. En este sentido, las innovaciones en lo que a almacenamiento se refiere no paran de sucederse.
El concepto de cocina-comedor llega a ofrecer cocinas completas en un único mueble que puede ubicarse en cualquier espacio, incluso en una oficina o un local comercial. En realidad, para llamar a un rincón cocina, un microondas sería suficiente: es el electrodoméstico que mejor sintetiza la evolución del modo de comer. La estancia de la cocina sigue reflejando cada época y sus costumbres y ahora es el más codiciado objeto de deseo: un espacio tecnológico y de diseño.